La lágrima se descuelga porque es parte de la vida,
porque cuando se suspende su uso,
la represa nos ahoga por dentro y la garganta se aprieta,
porque nuestro pecho suena como fuelle y
las ganas de quedarse acostado se hacen eternas,
porque si no la dejamos huir,
los gritos se hacen cotidianos...
La lágrima necesita su rebelión cotidiana,
no todos los días,
pero que participe,
como cualquier fenómeno de la naturaleza,
como la lluvia que extrañamos,
como el sol que necesitamos,
como el viento que nos desordena el pelo,
como los colores de las hojas en otoño...
Yo no acumulo lágrimas,
yo les doy la libertad que merecen...
Pasa que hoy por hoy,
solo la risa reina en mi cara,
solo el amor me llena el alma,
y la lágrima está reacia,
es simplemente que no ha sido llamada a bailar,
pero si quisiera llegar,
acá la espero con los brazos extendidos,
como la madre que recibe a su hijo extrañado...
La lágrima es parte de los cotidianos,
por qué ese pánico a vivirla,
por qué esa esclavitud a estar bien con caretas,
con pastillas,
con disimulo...
Si la lágrima quiere hacer escena,
yo la dejo porque es liberación,
porque la rebelión es en todo...
no solo en la parte...
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