Cuando
la marcha se pone densa como el alquitrán…
Hay
hadas de todos colores y tipos…
Hay
de bosques, de agua, de monte, de ciudad…
De
todo tipo…
Pero
esas de los pueblos quizás la pasan menos bien…
Para
las hadas a veces sonreír se pone irónico…
A
veces dar un gesto es un trabajo enorme…
Porque
son libres como la brisa que baja del monte o sube del mar…
Ay
qué triste es ver un hada conteniendo la lágrima que quema…
Ay,
¿quién entiende la pena de un hada?…
Ay,
¿cómo explica que no busca respuestas obvias?…
Ay,
¿cómo responde a canciones repetidas?…
A
esas hadas locas que bailan en las nubes les duele el pecho…
Sus
preguntas se remontan al todo soberano…
Observan
desesperadas las lágrimas del mundo…
¿Cuánta
pena hace poner triste a un hada?...
Un
grano de azúcar derramado con descuido…
La
duda lacerante del insomnio…
La
pestañada patente de un despiste…
El
holgazaneo indiferente de las cigarras…
La
frialdad abyecta del infierno…
…
Yo
no quiero hadas tristes en mi mundo…
Yo
no soporto más lágrimas de hadas…
Yo
invoco todos los poderes concebidos…
Yo
reclamo todas las fuerzas de la naturaleza…
Yo
miro a la profundidad de la divinidad máxima…
Yo,
ante todas las pasiones y ternuras insinúo con voz en cuello…
Sequen
las lágrimas de las hadas porque cuando lleguen al suelo
Morirán
las esperanzas de los ángeles…
Y
tú y yo nos miraremos y caminaremos sin rumbo hasta un nunca más.
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