miércoles, 13 de febrero de 2013

Dignidad

Con tanto tiempo para conocernos, con tanto tiempo para disfrutarnos, me piensas para ratos, momentos ratoneados, robados a tu historia insatisfecha...
La mujer miraba el teléfono luego de la llamada invitándola a su casa...
Estoy sólo - había dicho - quiero verte - insistió.
Acaso eso quitaba dejar pasar tonelada de tiempo, para cuando se produjera una ocasión, llamarla haciéndola sentir como...
Había posiciones indignas.
Una relación abierta, no ofendía, podía experimentarla sin problema, había probado su nivel de tolerancia a la posesividad, lo había superado, era distinto, había un convenio del tipo de relación, sin embargo era distinto cuando había otra persona que no sabía de las tranzas emocionales.
En su vida había rechazado peticiones de matrimonio, con una vez bastaba para saber que las relaciones cuestan, que la fidelidad es complicada, no buscaba eso, pero tampoco, entrar en juegos de mentiras...
Tenía ganas de lanzar el aparato lejos, romperlo...
Anhelaba otra cosa, anhelaba otro tipo de vínculo, anhelaba amor, eso se encontraba abriendo los ojos... Sin embargo los llevaba cerrados hace un rato, el corazón dolía, dolía que otros la pensaran así, dolía que en el fondo ella proyectara esa imagen, demostrando que merecía ese tipo de vinculación, eso dolía.
Había huido de ese tipo de relaciones, había cerrado todas las puertas, esa llamada le recordaba ese mal amor que tenía consigo misma...
Días atrás había sentido que alguien volvería a buscarla, sintió que estaba preparada para dar la respuesta... Lo estuvo.
- Hola, tanto tiempo...
- Hola, te llamo para invitarte a mi casa, estoy solo, quiero verte
- verme, en tu casa, solos? no, llámame cuando quieras que seamos amigos, no así, no cuando se produce un lapsus en tu relación, no.
Hubo silencio en la linea, ella luego cortó.

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